A veces las cosas no salen como uno quiere, pero tampoco tan
mal como uno esperaba.
Uno de los “debe” deportivos pendientes que aún estaban en la lista era
correr una maratón “a ritmo”, y antes de que se me pasara el arroz: Toda una
vida corriendo, ya cerca de los 50 años, y no había “corrido” una maratón: Vaya,
había que hacer algo.
Me aficioné a correr allá por los años 80, cuando en un arrebato
de inconsciencia me dio por presentarme en la línea de salida de una
maratón con 14-15 años (ahora no se podría), sin más entrenamiento que mis
clases de judo y haber salido a trotar cuatro días antes del “día D”: El resultado
lamentable, el sufrimiento demoledor… Pero desde ese momento me entró el veneno
del correr. Desde entonces he sido, y seré, corredor, incluso por delante de la
bici, con la que disfruto más pero que no es lo mismo.
Digamos que la carrera a pie me ha dado horas y
horas de “interesante” introspección, y de forja del “metal” con el que al final estoy hecho (también sin “n”:
mental), que en sensaciones son muy diferentes a las de la bici (de nadar no hablamos,
que entre contar los largos, pensar como tengo que meter la mano en el agarre,
etc, se me va el tiempo, lentamente, pero se me va).
Así que este año uno de los objetivos era la maratón de
Sevilla, aunque fuera al principio de la temporada y sin estar del todo en
forma.
Los diferentes contratiempos en estos tres meses en los que he intentando preparar la carrera me decían que iba a ser imposible que fuera mi día, pero
siempre hay esperanzas de equivocarse.
La maratón es una prueba que no se puede prever con una
calculadora a partir de otras marcas en distancias inferiores (pero ahí están
esas calculadoras), sobre todo no para gente que entrenamos a pie unas escasas 3 horas a la
semana. Y en la maratón tampoco se puede especular mucho: Si has estudiado te puede
salir un buen examen (tampoco está asegurado), pero si no has estudiado no hay
un compañero al que le puedas copiar.
Me presenté en la salida de Sevilla con la referencia del 1:18 de la media
de Getafe corrida tres semanas antes, buen tiempo para mí, pero con un gran peaje “piramidal”
que indicaba que lo más sensato era tomarse un tiempo para recuperar la lesión.
Pero los más sensato no siempre es lo que hacemos.
Así que el "día D" tocó "lucharlo", y mucho: Desde el km 16 mis tripas volvieron a sus andadas (después de tomar un gel)
. El dolor
muscular, de lesiones, etc, se puede llegar a “bloquear” mentalmente, pero esto no hay quién
lo bloquee: Tocaba bajar el ritmo y buscar donde “refugiarme”, que no fue
fácil. Y en esos 4/5 kms las dudas de retirarme se hacían fuertes, ya que cuando mis tripas no
responden el calvario está asegurado para mí.
Pero el caso es que salimos con
rabia del bar “Paco” (en realidad no me fijé en el nombre) intentando recuperar el tiempo perdido (error).
Para superar el "bache" recordé algo que leí a Clemente hace ya un tiempo, y que ayer volvía también a comentar a Sonia Bejarano (10ª clasificada luchando ayer por la mínima olímpica) por Twitter: “Hay que
pelear hasta el final estos días que no vas bien, para que puedas “petarlo” los
días que sí vas”, así que abandonamos la idea de quedarnos en el bar de Paco, que a buen seguro me hubiera invitado a una manzanilla, tal como me vio
entrar.
Y llegamos al km 35, al consabido muro, que unido a lo que ya
llevaba de “serie" hizo que fuera donde empezara para mí la maratón “dura”, la que todo maratoniano recuerda. Aun
así conseguimos mantener el ritmo (casi).
Desde la línea de salida ya sabíamos que
los 2:43/2:45 “teóricos” no iban a ser, así que en estos kms del “muro” nos
centramos en no decaer mucho, intentado encadenar pensamientos positivos que ayudaran a distraer la mente, hasta
que "sin darnos cuenta" entramos en meta con el 2:50 en el marcador.
Muy satisfecho por no haberme retirado en esos complicados 5 kms hasta llegar al "bar Paco", del 16 al
21 (para los 7 del 35 al 42 sí estaba mentalizado), y contento porque ya he
corrido “mi maratón”, quizás no en el mejor escenario, que no por la ciudad de Sevilla, que fue
fantástico (tanto la prueba como el día que tuvimos), pero creo que de la mejor forma posible dadas las circunstancias. Viendo los parciales creo que hice lo correcto en cuanto a los ritmos (salvo apretar después del bar). Pero sobre todo con la “mochila” muy llena para "petarlo" cuando haya ocasión.
Ya de vuelta en Madrid tuve la ocasión de ver la prueba en
el reportaje de Teledeporte. Impresionante ver a esos atletas que corren a esos ritmos, y con esa facilidad (facilidad de estilo, que sufrir sufren igual que nosotros),
impresionante. Cuando has estado “dentro” lo valoras en su
justa medida. Carrerón de Castillejo y Jesús España, bonito final. También las
chicas (Paula González y Estela Navascués) con su mínima olímpica (aunque
en el reportaje no se las puede ver ya que se centra en los chicos). Estaremos atentos a las Olimpiadas de
Río, muchos sueños se van para allá.