18 de febrero de 2012

Soy los kilométros que han pasado, y los que vendrán


Ha pasado casi un año desde la última entrada en el blog…Y es que Twitter está matando a blogger. Al fin y al cabo esto no deja de ser un ejercicio de “egocentrismo”, y la facilidad que da Twitter para saciar la cuota personal del mismo hace que sacrifiquemos el blog, por ahorrarnos el trabajo que supone, en mi caso casi siempre, enfrentarse a una hoja en blanco a contar… ¿A contar qué, realmente?

En las largas horas que uno se encuentra en la soledad elegida de correr y pedalear, pasan multitud de pensamientos, algunos tienen hasta cabecera y fotos en “formato” de entrada en el blog… Pero cuando llegas a casa se te han olvidado, o no tienes tiempo, o no tienes ganas, o mejor no vas a decir todo eso que se te ha pasado por la caldereta, porque entonces aún te ibas a granjear más “amigos”… Y es que vivimos en un mundo donde cuidamos demasiado lo que decimos, nos maquillamos en exceso, y que no vamos a decir de lo que escribimos…

Uno que se va haciendo más viejo y más perro, no es que le de igual lo que piense la gente, pero bueno, digamos que cada vez le importa un poco menos. Así que cuando deambulo por esos mundos de Dios, incluidos éstos, los cibernéticos, se agradece encontrar gente que cuente algo más allá de las series que hace a 3:30 o los ”cienes” en la piscina a 1:15, por poner un ejemplo intranscendente… Se agradece, sobre todo, que la gente deje por esos blogs un trocito de lo que son y de lo que piensan.

Y ya entrando al tema que realmente era motivo de esta entrada: Últimamente mucha gente me dice que también quiere hacer deporte, pero que no tiene tiempo. Otros preguntan que como lo hacemos los que conseguimos tener la “fuerza de voluntad” para salir casi todos los días, o al menos con regularidad, camino del monte, de la carretera o de la piscina. Que lo han intentando, pero que no lo han conseguido más allá de una semana…

Bueno, cada uno de estos locos que salimos a correr, haga el tiempo que haga, tanto fuera como dentro de nuestra cabeza, tuvo un motivo y ahora una motivación, pero creo que en el fondo todos somos muy parecidos… Cada uno hemos llegado a esta religión por diferentes motivos, pero una vez dentro todos la practicamos con la misma devoción, con la misma motivación.


Hablaré de mí. De cómo fui captado en esta secta: Yo era el típico niño gordito, más bien torpón, así que con unos 12 años mis padres me mandaron a un gimnasio de esos de "artes marciales" (de moda en los 80). Así que haciendo judo pasamos unos años fantásticos, disfrutando del machaque físico y de los “randoris” (luchas) en el suelo (de pie era muy malo) con los que a partir del judo fueron también mis amigos de juerga los fines de semana (Uff! Esto daría para muchas entradas)… Descubrí esa sensación de agotarse, de no tener un gramo de fuerza, y bastantes cosas más… Algunos años después empecé a salir a correr los domingos, ocurrió porque me dio por hacer una maratón con 14-15 años (por entonces se podía) sin más entrenamiento que el propio judo, y aunque acabé andando creo que ese maratón en mi caso fue la semilla del deporte individual de resistencia. Lo cierto es que me costaba un huevo madrugar para ir a correr los domingos, pero cuando llegaba a casa siempre estaba satisfecho, muy satisfecho. Y mientras corría disfrutaba (también es verdad que tenía una base física por el judo, que evitó ese muro de “sufrimiento” que normalmente tiene la gente que empieza a salir a correr por primera vez)… Y algunos años más tarde empecé a coger la bici en los veranos, y bastantes años después, ya con 30 y pico, llegó el triatlón… Pero no sabría decir exactamente cual fue el momento en el que ya no había vuelta atrás, en el que supe que la vida podía dar todas las vueltas que quisiera, que yo siempre haría deporte, siempre correría (al menos) y andaría en bici. Y así fue, en el pasado quedaron amores y desamores, "duros" años de universidad y de masters, trabajos de 9AM a 21PM, momentos difíciles y momentos increíbles, pero en todos ellos, absolutamente en todos, siempre, al menos, corrí. Siempre saqué el tiempo para hacerlo, si estaba bien porque estaba bien, y si estaba no tan bien, por ello, para estar mejor…
Así que me buscaba la vida para arañar, al menos, unos ratillos para trotar: Me colaba en los vestuarios de unas pistas para poder ducharme al mediodía cuando trabajaba de 9 a 21, y si era necesario salía a correr a las 10 de la noche, incluso le podía llegar a decir a una novia que tenía que estudiar pero me iba a correr. Y tantos y tantos puzzles que se han tenido que hacer durante todos estos años...
No sé que ha sido lo primero, si mi carácter/personalidad me ha llevado al deporte, o si el deporte me ha hecho como soy. Lo cierto es que soy lo que soy en buena parte por el deporte, y siempre estaré hecho (mientras la salud lo permita) de muchos kilómetros solitarios, y también no solitarios… Podrá, incluso, fallar todo en la vida, pero siempre habrá un par de zapatillas preparadas para salir a correr…

Y en cuanto a lo de no tener tiempo y todas las “excusas” que siempre se escuchan… Creo que es tan fácil como reconocer que en tu escala de prioridades lo que ocurre es que los 45 minutos que puede costar salir a correr (por decir una de las actividades físicas con mejor ratio tiempo consumido/”efectividad”) están tan abajo en prioridad que no tienen slot libre en el periodo de aproximadamente 24 horas que tarda la Tierra en dar una vuelta completa sobre su eje…
Tampoco es imprescindible que el deporte esté mas arriba, aunque si recomendable, lo importante, lo realmente importante, es que tu escala de prioridades sea realmente la elegida por ti, la que te haga feliz, y no aquella que estás siguiendo sin saber muy bien el porqué… Que no te reconozcas (yo lo hago a veces, intento evitarlo...), por ejemplo, en esas citas de la sorprendente peli “El Club de la Lucha”:
   "Desempeñas trabajos que odias para comprar cosas que no necesitas"
o
   "No sois vuestro trabajo, no sois vuestra cuenta corriente, no sois el coche que tenéis, no sois el contenido de vuestra cartera, no sois vuestros pantalones…”

Y en cualquier caso, si te reconoces, no caigas, por favor, en pensar que todos deben seguir tu escala de valores. Tú has elegido seguir esa, pero, por favor, no jodas a los demás, si por alguna circunstancia de la vida tienes la capacidad de realizar esa maldita influencia sobre otras personas.

En mi caso correr, o andar en bici, me hace más libre, más dueño de mi mismo, con las neuronas más despiertas, más joven y vivo… Efectivamente alguna cosa más sí que necesito, pero lo que tengo ya muy claro es lo que no necesito.

¿Y tú qué necesitas?