Cafres al volante

Agosto del 2003. Llegando a mi casa en bicicleta después de un entrenamiento, prácticamente a 300 metros del portal, tengo un altercado con un cafre al volante de un coche. Después de unos reproches, el cafre arremete con su coche contra mí, y contra mi bicicleta, con el resultado de que doy con los huesos en el asfalto. Afortunadamente nada grave: Unos rasponazos y daños en la bici. Hoy casi 5 años más tarde, y después de no sé cuantas visitas al juzgado, reclamaciones, llamadas, papeles, etc, etc, me ha llegado la citación para cobrar la indemnización (aunque aún me faltará realizar los trámites para cobrar los intereses).
La cantidad es insignificante (unos 1.500 euros) que si digo la verdad no vale el tiempo y molestias que me ha llevado el tema (se han llegado a producir 3 vistas del caso, y como comentaba antes, me ha supuesto no sé cuantas mañanas de pasarme por los juzgados para ver porque no se sabía nada del tema, llamadas, etc, etc, a lo largo de estos años). Pero mi empeño era por amor “propio”: No podía dejar que un cafre así se fuera de rositas. Pero mi empeño tampoco ha sido muy fructífero, porque a pesar de declararse desde el primer momento que el atropello fue voluntario (suerte que hubo un montón de testigos que paseaban por el lugar) finalmente la que va a pagar va a ser la aseguradora del coche, aunque ésta con lógica se negaba, ya que decía que en una atropello intencionado no debía hacerse cargo de los daños. Lo dicho: Después de 5 años voy a recibir el coste de los daños, pero no consigo el objetivo de que lo pague el cafre de su bolsillo, aunque si la retirada del carne de 3 meses. Cuidado en la carretera, compañeros.