Leer a Clemente Alonso
casi siempre me da algún tema de
"conversación", en esas largas horas solitarias que paso corriendo o
montando en bici. No es que me falten los temas, pero Clemente es un
tipo al que hay que escuchar, su “misión, visión y valores” en el
mundo de triatlón son
siempre interesantes. Para el que no le conozca, pocos serán, Clemente
es uno de los históricos del tri español: Desde finales de los 90
(bronce
en el mundial junior de 1997 y oro en el europeo 1998, si la Wikipedia
no
miente), pruebas ITU, y desde 2009 como profesional en larga distancia,
ganador y podiums en diferentes pruebas Ironman. Compaginó el triatlón
con la
licenciatura en medicina, o
quizás fue al revés, no lo sé.
Se preguntaba Clemente, en la revista Triatlon del pasado
mes de abril, en que momento hemos dejado de valorar ir rápido para
valorar
(sobrevalorar) ir lejos, independientemente de la velocidad. Y como bien
apuntaba él, sin desmerecer en absoluto ir lejos yendo despacio, por la
filosofía de
disfrutar del deporte que pueda haber detrás de ir “lejos” sin
preocuparse de la
velocidad.
Y es cierto, cada vez proliferan más los “cuanto más distancia, mejor”. Las RRSS se llenan de crónicas y noticias de personas, y también personajes, publicitando éste o aquel “súper largo reto”. Incluso los hay del reto “yo me lo guiso yo me lo como”, y que baten el récord mundial de correr ironmanes seguidos (aunque sea dando vueltas a su barrio), o de bajar y subir 50 veces la montaña más alta de Valladolid, ellos solos, eso sí.
Y está bien, cada uno disfrutamos de la vida y el deporte como queremos, incluso algunos de estos retos son realmente admirables. Quizás únicamente se puede criticar la forma de vender humo en algunos casos. Y es que también hay mucho humo, el cual es más difícil de vender con un cronómetro en la mano y rivales por la derecha y por la izquierda, y una distancia "homologada" y "controlada".
Claro que el humo se vende porque se compra. Por poner un
ejemplo. El otro día un vecino me preguntaba por una carrera en la que había
participado en Alcobendas:
-“¿Qué distancia era?”
–“Pues duatlón distancia sprint, 5-20-2,5”
–“Ah, solo?…"
Gesto de desilusión, y a otra cosa. No importa cuánto de agónica ha podido ser esa prueba de 1h a tope, y en la que has dado todo lo que tenías. Si por el contrario cuentas, por ejemplo, que has corrido el Ironman "X", entonces la admiración es total, y no importa si has tardado 10 o 15 hora, y el primero lo ha realizado en escasas 8 horas, o si has caminado 20 de los 42 kms de la maratón, no importa, la distancia era grande.
-“¿Qué distancia era?”
–“Pues duatlón distancia sprint, 5-20-2,5”
–“Ah, solo?…"
Gesto de desilusión, y a otra cosa. No importa cuánto de agónica ha podido ser esa prueba de 1h a tope, y en la que has dado todo lo que tenías. Si por el contrario cuentas, por ejemplo, que has corrido el Ironman "X", entonces la admiración es total, y no importa si has tardado 10 o 15 hora, y el primero lo ha realizado en escasas 8 horas, o si has caminado 20 de los 42 kms de la maratón, no importa, la distancia era grande.
En cuanto al “lejos vs rápido”, y la pérdida de valor del “rápido”,
quizás sea porque ir rápido no está al alcance de cualquiera, y sí ir “lejos”, y todos queremos valorarnos.
También porque para muchos de los que observan, y nos dan la palmadita en la espalda, es difícil percibir lo que es rápido o lento: A mi vecino le puedes
decir que has corrido a “X” m/km esos 5-20-2,5 que no lo va a valorar, pero sí va a situar perfectamente
los 226 km de un Ironman, por ejemplo. Y nos lanzamos a ir lejos, y nos olvidamos de lo
difícil que es ir rápido. Es más, lo realmente difícil es ir rápido.

Pero también nos
hace dar la mejor versión de nosotros mismos, a eso nos ayudan los rivales. No
los valoramos lo suficiente, a los rivales, digo.
En mi caso, colgarme un dorsal me pone nervioso, me gusta muy poco,
al menos hasta que dan la salida. Pero es la forma de conocer tu verdadera
posición, de valorar a esos que van rápidos, o en su caso de tener una referencia, uno o varios rivales en los que fijarte. Es cierto que
la velocidad es relativa, pero los rivales y las competiciones nos hacen mejores, a cada uno dentro de nuestro
nivel y posibilidades.
Recientemente le han otorgado la medalla del trabajo a Rafa
Nadal, que poco tiene que ver con el triatlón, pero que también me hace
reflexionar sobre el trabajo y el esfuerzo, y el valor de los logros.
Hay cientos de miles de deportistas que se esfuerzan cada
día en ser los mejores, en ir lo más rápido posible, que genéticamente están
capacitados para ir rápido y que además ponen todo el trabajo y esfuerzo
necesario para ello. Pero únicamente unos pocos alcanzan el éxito. A igualdad de
trabajo aportado, son factores como el talento, la planificación, etc, los que marcan la diferencia. Pero de nuevo en la sociedad nos fijamos
en modelos de éxito, y no de trabajo. Al margen de la broma que me pueda
parecer que la medalla del trabajo se la den a un deportista de élite, que vive
por y para el deporte, con ganancias multimillonarias y haciendo lo que le gusta, frente a todos esos que, por ejemplo, trabajan 12 horas al día por 1000€ al mes, fines de semana
incluidos, y que dan gracias por tener un trabajo, aunque sea un trabajo de mierda.